Desde su fundación, París fue una ciudad emblemática que estuvo en constante evolución. Fundada en el año 259 a.C. por la tribu celta de los Parisii en la orilla derecha del río Sena, pasó a manos del Imperio Romano en el año 52 a.C. quienes la rebautizaron como Lutetia, hasta que en el año 508 el rey Clodoveo I expulsó a los romanos de la ciudad y le dio el nombre de París. En el año 987 la Dinastía de los Capetos instaló a París como la capital del reino francés, construyendo edificios emblemáticos como la Catedral de Notre Dame y la Santa Capilla. Además, se fundó la conocida Universidad de Sorbona.
Años más tarde la ciudad estaría bajo el dominio inglés por más de 16 años, como fruto de la Guerra de los 100 años. Fue en este periodo que se construyó la Bastilla. A partir del siglo XVI París se abrió al Renacimiento, convirtiéndose en centro del arte y la ciencia por interés de los reyes. Dos siglos más tarde llegó la Ilustración y con ella los ideales de igualdad, conocimiento y razón, causando la Revolución Francesa que terminó con el absolutismo monárquico con la histórica toma de la Bastilla en julio de 1789. Como celebración del primer centenario de la Revolución Francesa se construyó la famosa Torre Eiffel, el monumento más visitado del mundo y el ícono máximo de la capital francesa. Toda esta historia, más los sucesos posteriores como la era napoleónica, la apertura del Louvre, la iluminación de sus calles y paisajes urbanos, la resistencia y victoria en la Primera Guerra Mundial, la ocupación alemana en la Segunda Guerra mundial, los movimientos estudiantiles de 1968 y una innumerable cantidad de fenómenos culturales, artísticos, políticos y sociales fueron convirtiendo a París en la gran metrópolis que es hoy, emblemática, llena de carácter y personalidad.